dimecres, 6 de setembre del 2017

Turín y cómo pasear sin dejar de estar rodeada de palacios.

Hace ya meses, concretamente desde mayo, que estoy pensando en escribir sobre Turín... al igual que hace ya casi un año que debería de haber escrito ya algo sobre Milán y desde hace ya unos dos años debería de haber, por lo menos, empezado a escribir sobre Cagliari. Pero mira, yo es que cuando no me entra la inspiración... y luego pasa que de repente me da por escribir sobre algo que ya pasó hace tiempo.

Así soy yo, hay que acostumbrarse. Procrastinar se le llama. 


Turín desde la Mole Antonelliana


Pues sí, he vuelto para hablaros de ese maravilloso fin de semana de principios de mayo que pasé en Turín para celebrar el cumpleaños del ragazzo más sinvergüenza del planeta. Porque a veces pasa que una culé se ennovia con un italiano aficionado de la Juventus y luego pasa que el Barça cae eliminado de la Champions por la Juve pero tú te tienes que tragar tu orgullo culé porque le has regalado a tu novio un viaje a Turín y el tour del estadio de la Juve y el museo. 

El amor lo puede todo, que lo sepáis.

Dejando de lado las bromas, fue un viaje de cumpleaños que tanto él como yo disfrutamos mucho. Turín tiene muchas cosas que ofrecer y que un fin de semana creo que no es suficiente. Las ganas de volver se me quedaron ahí clavadas hasta el día de hoy. 

¿Qué pensaba yo sobre Turín antes de escaparme allí? La respuesta es fácil: absolutamente nada. Ni bueno ni malo.

Turín para mí, y para seguramente mucha gente, era una ciudad casi desconocida. Para mí era un poco como Basilea, en Suiza, antes de visitarla. Sabía que ahí estaba, que existía y poco más. Italia tiene muchas ciudades y lugares preciosos y con mucha historia y, en mi opinión, creo que eso hace que Turín quede eclipsada. Milán, Roma, Venecia, Florencia, Nápoles... Demasiadas cosas bonitas en un solo país como para saber de todas ellas. 

Pero me alegra haberla conocido. 

¿Qué pienso de Turín después de haberla pisado, haberla visto, haber paseado por sus calles..?

Que tienen una afición casi de TOC por los FIAT 500 blancos. Están todos aparcados uno detrás del otro en las calles y las colas de FIAT 500 blancos no tienen fin. Cuenta la leyenda que si sigues una cola de FIAT 500 blancos, llegas a la guarida secreta de los unicornios que todos nosotros creíamos que no existían.

Estoy muy chistosa hoy... Aunque no es tan chistoso porque lo de que hay FIAT 500 blancos aparcados uno detrás del otro como si no hubiera un mañana es totalmente cierto. 

Pero yendo al grano, de Turín ahora mismo pienso que es una ciudad que merece mucha más atención de la que tiene. El centro es maravilloso, hay museos importantísimos, pasear por sus calles es genial... y fútbol, MUCHO fútbol. Aunque lo del fútbol se aplica en toda Italia en general, pero eso es ya otra historia.

Yo voy a hablaros de los sitios que hemos visitado, pero soy consciente de que hay muchos que no he visto aún. Así que dicho esto, empecemos por el principio.

Mole Antonelliana

El símbolo arquitectónico principal de Turín es sin duda la Mole Antonelliana. Llama la atención a primera vista porque es bastante alta. Iba a ser una sinagoga pero al final parece ser que los judíos no quedaron muy contentos con ella y actualmente tiene dentro el Museo Nazionale del Cinema



No pudimos por falta del tiempo visitar el museo (cosa que ahora que lo pienso, es un poco crimen por nuestra parte no haberlo hecho...) pero sí que subimos arriba con el ascensor para poder disfrutar de las vistazas que tiene. Desde ahí hay una vista maravillosa de Turín que no hay que perderse.

Museo Egizio di Torino

Si os interesa algo sobre los egipcios, sin duda hay que visitar este museo. Es el museo más antiguo del mundo dedicado a los egipcios y, después del de El Cairo, es considerado el más importante. Es muy grande. De hecho tuvieron que "echarnos" porque cerraban el museo y nosotros estábamos por las últimas salas. Me fascinó bastante por la cantidad de cosas que se pueden ver. Se va con la audioguía que explica muy bien cada sala y se aprende mucho sobre los egipcios, eso por supuesto.

Museo Nazionale dell'Automobile 

¿Os ha parecido exagerado lo que he dicho antes sobre los FIAT aparcados? Pues visitad este enorme museo enteramente dedicado al automóvil. Y sí, también tiene su partecita dedicada a la FIAT. Pero hay absolutamente de todo. Todos los coches, desde el más antiguo al más raro, están aquí. Si os gustan los motores, este museo es visita totalmente obligada.

Os lo había dicho. De todo hay.


El centro histórico

Así, en general, el centro histórico de Turín es una pasada. Allí te encuentras con palacios, palacios, plazas con palacios, el museo egipcio, palacios, la Mole, palacios, palacios, la catedral de Turín (donde está la Sábana Santa), palacios y... ¡sí! palacios. Seriamente, cuando una se pasea por allí no se puede evitar pensar en la realeza y cosas así. En el centro de Turín se encuentran palacios importantes como el Palazzo Madama o el Palazzo Reale. Se pueden visitar, aunque nosotros no lo hicimos por el tiempo. También se pueden encontrar plazas bonitas como la Piazza San Carlo o la Piazza Castello. 




Piazza San Carlo

Parco del Valentino

Ay... qué puedo decir sobre uno de los parques más bonicos que he visto... 

La verdad es que vale la pena acercarse al Parco del Valentino y darse un paseo y perderse también, a poder ser. Es un parque bastante grande que está a orillas del río Po. En este parque, además de poder disfrutar de un paseo maravilloso, se pueden encontrar el Castello del Valentino y el Borgo Medievale. Un gran lugar para descansar de tanto museo, sin duda. 








Y estos son los sitios que hemos visitado y que han hecho que Turín haya sido una escapada perfecta. 

...

VALE, YA LO PILLO, YA LO PONGO TAMBIÉN.

Estadio de la Juventus y JMuseum

Sí, joder, lo admito. Me gustó mucho el estadio de la Juve y su museo también. Desde fuera a mí me pareció más grande de lo que luego en realidad es por dentro, pero no por eso deja de ser un estadio fantástico. Es muy moderno y la visita guiada estuvo genial. De hecho, ese día aprendí bastante tanto de la visita guiada, como del museo, como de mi novio que estuvo todo el tiempo observando feliz el estadio y el museo de su equipo.





Tengo que admitir que soy un poco atontada a veces y una de las cosas que más me gustó hacer fue fangirlear un rato haciéndome alguna que otra foto con la camiseta de Marchisio de fondo... Pero dejando eso de lado, me gustó muchísimo tanto el tour como el museo. Ya no hay rencores, lo juro.




Y eso es todo... por esta vez. Porque sí, estoy tan segura de que algún día volveré que seguro que tendréis una segunda parte. Puede ser mañana, puede ser en cuatro meses, puede ser en diez años... en cincuenta... ¡Pero será!

También serán los posts sobre Milán y Cagliari que aún los tengo híper pendientes... Pero algún día verán la luz, os lo prometo. No se sabe si habré vuelto a visitar Turín  antes de que eso ocurra... Ahí ya no os prometo nada.

Dicho todo esto y después de un largo post... me despido aquí. Espero haberos entretenido y haberos animado a tener en cuenta esta bonita ciudad italiana que nada tiene que envidiar de otras ciudades... y a visitarla, ¡por supuesto! :)


Bye! x



dijous, 16 de març del 2017

L'Alguer... Esa pequeña ciudad que me tiene enamorada.

En agosto de 2015 pisé por primera vez Cerdeña y, aunque tengo muchas cosas que destacar, hoy voy a hablar del encanto hecho ciudad. Y sí, se encuentra en esta maravillosa isla y es Alguer. 

Alguer... Alghero... L'Alguer. Esa ciudad que se nos mencionaba en los libros de catalán cuando se estudiaba brevemente en qué sitios se hablaba pero que nadie sabía realmente si esa ciudad existía o si era un mito o si había unicornios allí o qué. 

Fuera bromas, es cierto que lo único que sabía de Alguer antes de pisarla era que estaba en Cerdeña y que, según nuestros libros de catalán, allí se hablaba o almenos quedaba alguien que hablaba catalán

Cuando se mencionaba en esos libros, no tenía ni idea de que años después esta pequeña ciudad dejaría en mí una sensación de querer saber más sobre ella, sobre la evolución del catalán que tuvo y sigue teniendo en cierta manera, y el impacto que tendría en mi corazoncito (que también yo tengo uno). 



¿En Alguer se habla catalán? 

La eterna pregunta. La respuesta es sí, pero no. O no, pero sí. 

La lengua mayoritaria es, obviamente, el italiano y esta es la lengua que utilicé durante el día y medio que estuve allí. Raramente se te va a acercar alguien a hablarte en catalán. 

El catalán lo habla poca gente allí, y cada vez menos. Hay que tener en cuenta que compite con el italiano y, hasta cierto punto, con el sardo, que aunque no es una lengua que se hable por esa zona, tiene una fuerte influencia en el alguerès, que es como se llama el catalán de esta ciudad. 

Informándome un poco, tengo entendido que hay bastantes más personas que lo entienden que personas que lo hablen, y hay muchas menos personas aún que lo tengan como lengua materna y lo usen habitualmente. 

Esto es algo normal teniendo en cuenta, como ya he dicho antes, que el italiano es la lengua fuerte, los medios de comunicación son mayoritariamente en italiano y, por lo que tengo entendido, el catalán no se enseña en los colegios de esta ciudad, así que ha pasado a ser algo así como una lengua que se pasa de generación en generación, oralmente.

¿Cómo sé que hay alguien que aún habla catalán allí? 

Por dos razones: la primera es que, si se busca en YouTube, se encuentra. Y una vez lo encuentras y lo escuchas, te parece el catalán más raro que jamás hayas oído. Pero a la vez eso lo hace bonito, no sabría cómo explicarlo. 

Podría decir que, comparado con el catalán de otras zonas en las que el catalán es bastante minoritario, es un catalán que es bonito de oir. Y por otras zonas, me refiero, por ejemplo, a Perpignan (sur de Francia, just in case) , ciudad en la que estuve hace años y escuché el catalán más horrible que he escuchado y probablemente escucharé en mi vida. 

La segunda razón es que casi todo está rotulado en catalán (además de italiano). Calles, restaurantes, tiendas de especialidades de allí, carteles que piden en un texto no corto que no se tire la basura por ahí, explicaciones de monumentos... Así que eso hace pensar que alguien hay, que sepa hablarlo. 




Dicho todo esto, y aparcando el tema lengua, que podría estarme años comentando sobre esto porque soy una friki de este tipo de cosas, pasemos a lo que es la ciudad en si y porqué la defino como el encanto hecho ciudad. 

La sensación que me dio cuando pisé el centro de la ciudad es sentirme bastante como en casa. No sabría decir bien porqué. Quizás porque todo estaba rotulado en catalán, quizás porque el centro me recuerda algo al centro de Barcelona... No lo sé. 

El caso es que Alguer tiene un casco antiguo muy encantador, con calles estrechas, edificios bonitos, iglesias... Perfecto para pasear y dejarse perder un poco por allí. 



Aunque la parte antigua es bonita, lo más bonito de hacer de todo es seguir el lungomare y admirar la muralla que yo diría que es lo que más define a esta ciudad. Es un paseo tranquilo, oyes el mar, te sientes tranquilo... Y está muy bien conservada. Observándola, te dan ganas de saber un poco más de historia, sobre todo cuando te vas encontrando con cañones y catapultas por el camino. 






Mientras vas paseando siguiendo el mar y vas llegando al centro, se encuentran algunas terracitas que en verano, y sobre todo por la noche, están animadas y llenas de vida. 

Más adelante, se encuentra el puerto que también tiene su encanto, es tranquilo y te lleva a un paseo marítimo donde, también en verano y por la noche, hay actividades y se pueden ver familias, parejas, amigos, etc. caminando, observando y disfrutando del paseo.




Otra cosa interesante y que algún día tengo que probar es que en el puerto puedes encontrarte con el trenino catalano, un pequeño trenecito que te lleva por la ciudad y en el que te cuentan la historia de esta ciudad. Es como el bus turístico del Alguer pero en adorable. 



Alguer, como ya he comentado, es una ciudad bastante pequeña y en un día y medio o dos se puede ver perfectamente. Aun así, yo tengo muchas ganas de volver y quedarme allí aún más días, ver más, saber más... Me ha robado el corazón. 



Y para finalizar, voy a dejaros una canción de la cantante Claudia Crabuzza que canta en... sí, ¡en alguerès! Creo que este post no puede terminar de mejor manera que esta. 



Espero que os haya entretenido esta entrada y que os haya picado un poco la curiosidad para hacer una escapadita al encanto hecho ciudad. Y ¡qué demonios! a aprovechar la estancia para visitar un trocito de Cerdeña, que es maravillosa. 

Bye! ;)

dilluns, 27 de febrer del 2017

Basilea o como quedar encantado ya por el hecho de estar en ella.

Un día entre amigas, hablábamos sobre esas escapadas "sorpresa" de fin de semana. ¿Sorpresa? Sorpresa, sí. Pagas una cantidad de dinero (si es de viernes a domingo suelen ser unos 150 euros) y a partir de ahí, la empresa te busca un vuelo y un hotel. ¿Dónde? No lo sabes hasta un par de días antes. Ahí está la sorpresa.

Hablando y hablando surgió el "oye, ¿y por qué no lo hacemos?". Y, señoras y señores, lo hemos hecho. Y ha sido estupendo.

Abrimos el correo electrónico el miércoles y ¡pam! Basilea iba a ser nuestro destino.



 

Al princpio tuve mis dudas de cómo iba a salir todo, ya que había oído hablar poco de Basilea (y de Suiza en general, dejando de lado la afición que tienen nuestros políticos por ese país). Busqué información y el primer miedo que tuve fue que en esa parte se habla alemán y ni yo ni mi amiga hablamos alemán. "Pero bueno", pensé, "en otros lados de Suiza se hablan el italiano y el francés y yo los hablo. Alguien habrá que hable esas dos lenguas o el inglés. O ALGO."

Y así fue. No solo la gente nos hablaba en alemán, inglés, francés e italiano sino que no fue muy difícil encontrar a gente que hablara español. Primer puntazo fuerte para los suizos. 

Pero vayamos un poco en orden cronológico.

Lo primero que llama la atención ya te lo encuentras al aterrizar al aeropuerto, o Euroairport, que lo llaman. Nada más salir, te encuentras con indicaciones para salir por Francia/Alemania y para salir por Suiza. Es un aeropuerto que sirve a tres países y al parecer, en ese sentido, es único en el mundo. Y a mí, que soy muy friki para esas cosas, me hizo gracia.



El autobús que te lleva a la ciudad te deja en Bahnhof, la estación de trenes. Como era de noche ya, estaba iluminada y se veía muy bonita. Lo que no fue tan bonito fue cenar. Íbamos con la mentalidad de que nos clavarían por todos lados porque Suiza es cara, así que decidimos ir de Burger King a McDonalds pasando por kebabs. Pero eso no importa, tu bolsillo sufre de todas maneras. Sabíamos que nos iba a costar caro igual, AUNQUE NO TANTO. No estábamos preparadas para ese golpe.



Nuestro hotel estaba situado en Birsfelden, que es otra ciudad o pueblo o no sé qué es que está pegada a Basilea. Pero eso no fue un problema ya que el tranvía llega hasta ahí en 10 minutos. En esos trayectos en bus y tranvía, nos llamó la atención la tranquilidad de la gente y traté de imaginar algo así en Barcelona, pero luego recordé que en Barcelona la gente es incapaz de hacer cosas tan sencillas como dejar salir antes de entrar o escuchar música con los auriculares en el metro y dejé de pensar para que no me explotara la cabeza.

Para el día siguiente decidimos hacernos la caminata de la vida (o eso creímos cuando estábamos mirando el mapa) y recorrer la ciudad tranquilamente. Cuando estuvimos a punto de llegar caminando a Basilea, descubrimos unas pequeñas escaleras que nos llevaban a la orilla del río Rin, que atraviesa toda la ciudad. Así que bajamos y fuimos hasta el centro por el río. Es uno de los paseos más bonitos que se pueden hacer, de eso estamos seguras y podemos recomendarlo a cualquiera que vaya. Además, si ves el mapa parece que vayas a hacer la excursión de tu vida, pero en realidad no se tarda nada. Estas cosas suelen pasar cuando vives en Barcelona, que lees los mapas pensando en sus manzanas cuadradas...



Nos desviamos para ir a St. Alban-Tor, una de las tres puertas medievales que hay en la ciudad. Junto a ella, hay una parte de la antigua muralla y cabe decir que esa zona es muy bonita.




De ahí, fuimos a Theater, la zona donde se encuentra el teatro, la Open Church y Tinguely-Brunnen, una plaza con una fuente muy grande llena de estatuitas que se mueven y tiran chorros de agua. Cerca, hay varias calles llenas de tiendas, bares y restaurantes con mucho encanto y que conducen a otros dos puntos importantes: Münsterplatz y Marktplatz.




Primero decidimos ir a Münsterplatz, donde se encuentra la catedral, sitio en el cual se encuentra enterrado Erasmo de Rotterdam. Al ser protestante, es bastante austera tanto por dentro como por fuera, pero aun así es un sitio que creo que debe visitarse si se va a Basilea. Está a las orillas del Rin también, así que vale la pena echarle un vistazo. La plaza es bastante grande y, aunque parece sencilla, tiene mucho encanto al estar rodeado de pequeños edificios muy bonitos, una fuentecita y árboles.


 

 Después de un paseo, llegamos a Marktplatz, plaza en la que se encuentra el ayuntamiento o Rathaus. Se puede diferenciar muy fácilmente de los otros edificios porque tiene un color rojo muy característico. Se puede entrar gratis y disfrutar del pequeño claustro también rojo y lleno de otras pinturas. La plaza es característica por el mercado que se encuentra de lunes a sábado. Cabe decir que si no soportas el olor a queso, debes intentar evitar pasar por el medio (just saying). 


 



Después de todo esto, comimos, descansamos y decidimos cruzar el Mittlere Rheinbrüke, el puente más emblemático de la ciudad, e ir al otro lado del río a caminar sin rumbo. Y así lo hicimos y no nos arrepentimos. Vimos todo tipo de calles, casas y edificios. 





 Cuando nos cansamos de no llevar rumbo, cruzamos otro de los puentes para llegar a St. Johanns-Tor y luego a Spalen-Tor, las dos puertas que nos faltaban. 



Volvimos al hotel para descansar y prepararnos para ver cómo es la vida nocturna en una ciudad suiza como aquella. 

Nos asustaba un poco pensar que no íbamos a hacer nada por la noche porque los países del resto de Europa en este aspecto, y sobre todo en cuanto a las horas de cierre de los locales suelen ser más... no quiero decir aburridos, pero voy a decir aburridos.

Fuimos a un pub irlandés que ya habíamos visto que cerraba a las 2 de la mañana. Creíamos que era lo único que íbamos a hacer pero, yendo hacia allí y por casualidades de la vida, vimos en un cartelito muy pequeño en una puerta muy pequeña nuestra salvación: Happy Bar, bar-karaoke abierto hasta las 6. ¡Hay algo de vida nocturna!

Fuimos primero al pub. Nos llamó la atención que, a diferencia de los pubs irlandeses de Barcelona, se podía hablar en un tono normal porque el otro podía escucharte perfectamente. Aunque el pub estaba animado, podías conversar. Y eso mola mucho. 

Después de tomarnos una copa muy tranquilamente, fuimos al karaoke. Era enanísimo. Estaba en un primer piso. Se podía fumar dentro, algo de agradecer teniendo en cuenta que ahí por la noche hace frío y da pereza tener que salir para fumar. Aunque era pequeño, el ambiente era inmejorable. Tú ibas al teclado, ponías la canción que querías y a cantar. Estuvimos ahí toda la noche hablando con uno de los camareros que, además de simpático, hablaba español y con su padre, que era mexicano y dueño de un restaurante importante que nos dio tarjetas para tomarnos un cóctel gratis el día siguiente. Mientras cantaba yo una canción italiana, se me acercó un chico hablándome en italiano y cuando se dió cuenta de que era española, me habló en un perfecto español. Cuando me contó que era de Girona, le dije en catalán que era de Barcelona y ya podéis imaginar... hablando en catalán en un karaoke lleno de suizos y, como no, cantando el Boig per tu en el karaoke ante la atónita mirada de estos. Siempre quise hacer eso, no voy a mentiros. 

El día siguiente estuvimos paseando, tomándonos un cóctel en aquel restaurante y recorriendo calles que no habíamos recorrido antes. Aunque sabíamos que en Basilea hay un montón de museos por visitar  y no poco importantes, no nos dio tiempo de visitar ninguno y eso a mí me supo muy mal. Aunque, por otra parte, es un buen motivo para volver.

Resumiendo, es una ciudad limpísima. Nunca en mi vida había visto una ciudad tan limpia. Es una ciudad tranquila, sin mucho ruido ya que los tranvías son eléctricos, los autobuses apenas hacen ruido tampoco y la gente prefiere usar la bici antes que el coche, y es por eso también que esta ciudad tiene un aire tan limpio. La gente ha estado muy amable con nosotras y siempre hay alguien dispuesto a ayudar. Además, cabe decir que la gente allí es bastante más "civilizada" que en Barcelona, hay que admitirlo. Tienen un turismo de calidad, seguramente también porque es una ciudad perfecta para aquellos que amen la cultura y tengan ganas de ver museos, monumentos y saber algo más de historia. Mires donde mires, es bonito, especialmente si estás cerca del río donde momentos como una puesta de sol son un espectáculo. 

  
La puesta de sol vista desde uno de los puentes que cruzan el río Rin.



BASEL ROCKS!!!

Nos ha dado mucha pena no coincidir con el Carnaval de allí, ya que nos habían contado que es un acontecimiento especialmente importante en la ciudad. Y ya tenemos otro motivo más para volver.

Si tengo que decir lo malo... pues como soy catalana, lo que más destaco son los precios. Pero como a  parte de catalana también soy inteligente, tampoco me pillaba por sorpresa porque sé que Suiza es Suiza y que lo que yo veo caro, ellos lo ven normal. Es lo que hay. 

A parte de eso, no hay nada malo que pueda destacar. Es una ciudad perfecta para hacer una escapada y recorrértela. Y si además viajas con alguien tan fantástico y estupendo como he hecho yo, pues entonces mejor ;)



Y esto es todo por hoy, simplemente quería comentar un poco este pequeño viaje. Si has estado en Basilea y quieres comentarlo, ¡adelante! Aquí abajo está el cajón de comentarios. Si no has estado y quieres comentar algo.... ¡pues también!

Bye! ;)